sábado, abril 11, 2009

En la sección de Opinión de “El País” del jueves 9 de Abril de 2009, titulado LEER SIN PAPEL, el escritor y coordinador del informe La lectura en España, Jose Antonio Millán, realiza reflexiones interesantes acerca de cómo la lectura en textos digitales modificará nuestros hábitos. Reproducimos ahora algunos párrafos del mismo:

“(…)Los últimos siglos la lectura ha estado asociada a unos soportes materiales y a una serie de prácticas ligadas a ellos. Lo primero de lo que nos informa la obra en papel es de su tamaño (…), Pero los artefactos lectores presentan idéntica apariencia para obras enormes o diminutas.(…)

Los lectores electrónicos además aplanan el texto, suprimiendo las distinciones tipográficas y espaciales que lo jerarquizan a los ojos del lector. Hay que señalar que aquí radica también una de sus ventajas, porque permiten aumentar el tamaño de la letra para lectores con problemas de visión. Pero en productos textualmente complejos como los periódicos la jerarquización tipográfica es vital.(…)

Otra cuestión que rompe con hábitos culturales sólidamente asentados es el hecho de que dentro del e-book convivan muy distintos libros.(…)

Hay estudios que describen a los lectores de páginas web, incluso académicos, como "promiscuos, diversos y volátiles", por su hábito de "picoteo" de páginas, lectura parcial y cambio frecuente de objeto.

El papel, por el contrario, ata al lector a una obra determinada, pero eso no es necesariamente malo. (…)El papel también hace nuestro lo que leemos, a través de subrayados y anotaciones, operaciones imposibles o muy engorrosas sobre textos digitales.

(…)Y también sabemos desde el Renacimiento que leemos en el espacio: quien haya preparado una tarea intelectual distribuyendo libros abiertos, obras de consulta y esquemas por la mesa de trabajo sabe lo difícil que es organizar y percibir la multiplicidad dentro de una pantalla.(…)

Bienvenidos sean los libros electrónicos, que nos permitirán leer documentos larguísimos sin imprimirlos, y buscar palabras en sus páginas. Bienvenida sea también la lectura en la pantalla del ordenador, porque en muchos casos constituirá la única opción para leer obras a las que si no no podríamos acceder. Pero podemos estar seguros de que esta lectura nunca será "lo mismo" que la que habríamos llevado a cabo en papel: podrá ser suficiente para nuestros fines, podrá ser placentera, pero nunca será igual. Y sólo ahora estamos empezando a descubrir de qué maneras.”

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